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Mostrando entradas de abril, 2011

Confesiones de una Ex

Por razones que no vienen al caso, fui a misa hace un par de domingos. Hacía bastante, ... que digo bastante, mucho, que no iba a misa, salvo por motivos sociales, como son bodas, comuniones, bautizos, etc., pero esas no cuentan, sólo sirven para criticar el modelito de tu cuñada o a la desvergüenza del escote de la vecina de la novia. Me refiero a las misas de recogimiento, a las misas con olor a incienso, a las misas del mea culpa y amor al prójimo. Esas eran las misas de mi infancia y hasta bien entrada la adolescencia. De las "cuatro esquinitas tiene mi cama" de antes de dormir, se pasaba a la Primera Comunión, que siempre era un acontecimiento -era como la llegada de los Reyes Magos, pero en primavera-, nadie, creo, era consciente de lo que podía representar. Poco tiempo después, vas cumpliendo, como puedes, con los diez mandamientos, con mayor o menor fortuna; pero aquello de santificar las fiestas pasa a ser algo tedioso, con lo que, por lo visto, por obligación, hab

En huelga de hambre,.......... do not disturb.

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Paseo de la Castellana, frente a Nuevos Ministerios, 08.00 horas de la mañana. En huelga de hambre porque no hay trabajo, "pero a partir de media mañana, eso sí, pal aperitivo o así, vaya a ser que a alguien se le ocurra venir a ofrecer curro y de los 4.333.269 parados que somos, nos toque a nosotros"  

Madrid de los Austrias, villa y corte

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Comenzamos este periplo en el Convento de la Encarnación y lo primero que nos preguntamos es si de verdad estamos en el cogollo de Madrid. Acabamos de atravesar la Puerta del Sol con cientos -¡no!-, miles de viandantes; es sábado, pero todo el mundo parece tener prisa por algún desconocido motivo. Aquí, no; en los recoletos aledaños de la Encarnación, todo es paz y tranquilidad, con sus banquitos que invitan a leer la prensa diaria hasta la hora del aperitivo -ós confesaré, en confianza, que nosotros lo llevábamos ya puesto: una parada en Casa Lalín, en la Plaza de la Ópera, nos permitió echarnos al coleto una ración de pulpo, no sería el Pulpo Paul, ni nos predeciría que esa tarde perdería el Madrid, pero cayó en nuestros estómagos agradecidos, como la seda-.