La prueba de mi verdad / Santa Teresa de Jesús



La prueba de mi verdad


En Cristo mi confianza,

y de El solo mi asimiento,
en sus cansancios mi aliento,
y en su imitación mi holganza.

Aquí estriba mi firmeza,
aquí mi seguridad,
la prueba de mi verdad,
la muestra de mi firmeza.





Bajo este título, la Biblioteca Nacional inauguró ayer, y se mantendrá abierta hasta el 31 de mayo de 2015, la exposición sobre la  vida y obra de Teresa de Jesús, con motivo del V centenario de su nacimiento.



Más de un centenar de obras, no solo literarias, sino pictóricas y escultóricas, relacionadas con la Santa, conforman esta exposición seleccionada con mucho mimo. Sorprende que en este año, en que por doquier surge un sinfín de exhibiciones, muestras certámenes,... en conmemoración de su natalicio, aun queden muestras representativas y que sean un verdadero reclamo para el visitante. Pero las hay y era de esperar que la Biblioteca se reservase las que son patrimonio de todos, pero custodiadas dentro esas insignes paredes. Originales de la obra de la Santa: Camino de Perfección, el Libro de la vida, Las Moradas o Castillo interior, de San Juan de la Cruz ("mi medio fraile", como le llamaba Teresa por su débil aspecto); Fray Luis de León, epístolas de la Santa a Felipe II, la Duquesa de Alba, pinturas venidas de Praga, Viena y, por supuesto del Prado y un largo etcétera, que bien merecen la visita.

Pocas biografías habrá tan apasionantes como la de Teresa de Cepeda y Ahumada (1515-1582).

La mayor de diez hermanos de un segundo matrimonio de Alonso Sánchez de Cepeda, rico mercader establecido en Ávila, nace y vive con el estigma de ser descendiente de judío converso -su abuelo paterno es perseguido y castigado por la Inquisición, y decide huir de Toledo a Ávila-.

Niña inquieta y con una cabecita que rebosaba imaginación, convence a su hermano para huir a tierra de moros y tener la suerte de morir martirizados.

Pero no seré yo quien os cuente su historia. Haré lo mejor que puedo hacer, además de animaros a visitar la exposición, remitiros a que conozcáis algo más de ella a través de su autobiografía en el Libro de la vida.

Para leer su obra me gustaría daros un consejo: olvidaros de cuestiones hagiográficas, propias del XVI. Buscad a la aguerrida mujer que de verdad fue. Una mujer que consiguió, de la manera más inteligente, romper todos los estereotipos de su época.

Estamos en el siglo XXI y es preciso desnudarla de sambenitos que en su día le sirvieron para llevar adelante sus objetivos, pero que hoy no tienen sentido.

Teresa fue una escritora con una capacidad expresiva fuera de lo común. Su bagaje cultural, aunque autodidacta, se lo permitía. Teresa no escribía por inspiración divina, ni al dictado del de arriba; Teresa escribía con voluntad de estilo. Toda su vida se organiza alrededor de los libros.

Como tantas mujeres que osaban -no ya hablar en público-, sino escribir con pretensión de publicar, se veían abocadas a disfrazar su intención si querían cumplir sus objetivos: unas lo harían mediante seudónimo masculino; otras, como Teresa de Cepeda, elegiría la estrategia de escribir por obediencia:  "... para que con toda claridad y verdad yo haga esta relación que mis confesores me mandan;..."; cuando no era el propio Dios quien efectuaba el mandato.

Y no habría que olvidar la faceta de la mujer "empresaria", que con una habilidad y un saber hacer lejos de lo normal, consiguió montar un nueva orden carmelitana, con diecisiete conventos repartidos por toda la península y sacarlos adelante con los pocos recursos que su persuasiva personalidad conseguía de la aristocracia de la época.  Había que ser muy sagaz y muy buena gestora para sacar adelante aquel proyecto, con la oposición no solo de la Orden de los Carmelitas calzados sino de la propia cúspide de la Iglesia.

Así como la naturaleza [...] hizo a las mujeres para que encerradas guardasen la casa, así las obligó a que cerrasen la boca [...] por donde, así como a la mujer buena y honesta la naturaleza no la hizo para el estudios de las ciencias ni para los negocios de dificultades, sino para un solo oficio simple y doméstico, así les limitó el entender, y por consiguiente, les tasó las palabras y las razones
Fray Luis de León, La perfecta casada

Estas frases de Fray Luis de León no son las de un lunático aislado que no sabe lo que dice, son las que retratan una sociedad regida por hombres. Un ser que no tiene raciocinio es preferible que se calle, porque lo que diga carecerá de todo interés.

Pues bien, al que tan amable concepción de la mujer tenía, no le dolieron prendas para preparar y editar toda la obra de Santa Teresa a su muerte. ¿que hechizo desplegaba esta mujer con la que no pudo ni la Inquisición, ni una iglesia corrompida, ni una sociedad que no había salido aún de su mentalidad medieval?







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